lunes, 29 de mayo de 2017

Creí saber de qué se trataba la noche hasta que su cuerpo estalló
desapareciendo por siempre detrás de la estrella del olvido.
Los ángeles se desvanecieron en cristales de silencio,
nuestro cordero falleció en el planeta rojo
y una procesión de dinosaurios murió de sed en los labios de la tarde, 
no existe arte capaz de expresar semejante dolor

ahora sólo queda sentarse a llover hasta que el cielo se haya secado,
pararse y gritar hasta despeinar los árboles de fuego brotados en cada poro de la tierra
(y si es posible apagarlos mejor),
juntar trozos de cachorros perdidos,
tejer esquinas donde la tristeza se muera de la risa,
abrir la mano soltar el pájaro azul pero eso sí:
guardarse siempre unos pétalos antes de que las últimas plumas 

terminen por convertirse en espinas ( y se claven en la sangre las desilusiones pues)
((los lobos sedientos de luna tenemos inclinación
a confundir el rio con el mar)) 

y quien se va jamás observa los caballos con los mismos ojos de quien que se queda 
por eso es necesario recoger las flores sembradas sobre las piedras y correr,
correr en dirección al rio desnudo con un pez urgente en el bolsillo 
guardarse en el corazón a los amigos antes de alistarse en la embajada de Venezuela
y es que Afganistán no será retratada en el televisor
a pesar de haberse convertido en una dulce tierra de sangre y amapolas para la heroína,
el diablo gobierna con excelentes salarios y el sol, el sol se acerca a nuestras cabezas 

hasta desaparecer y los grillos, los grillos no pueden evitarlo en este tiempo
en que los violines del amor ya mudaron en fusiles 

y las cruces se invierten conviertiéndose en espadas y tú, 
le prestas tu manito porque piensas que sufrir,
sufrir no es más que una palabra con el color del frío,
un odio de metal corta nuestro ombligo a la tierra
de Luis Rogelio Nogueras
ahora que nuestros conejos desnudos se han quitado las máscaras
y degüellan su Cabeza de Zanahoria, y parten al medio el corazón de remolacha
de nuestro inolvidable Roque Dalton y los pies de frutilla de Pablo Neruda 
por siempre publicado pero más nunca sentidos porque lo que es sentir, 

lo que es sentir con las orejas las babas las lágrimas hasta que se te nuble la vista, esa,
esa es tarea de los hipocampos bajo el agua o de los gatos en el aire 
o de los perros fornicando en la noche patas para arriba
bautizados con el instinto sin más lógica que la del instante 

ancho largo infinito como el beso que te robé,
sin la tarea de inventar conceptos vacíos universitarios o poder decir te amo (vaya poder)
y de nuestras manos, ah de nuestras manos

silenciosas en la noche húmeda,
como un solo molusco bajo la luna
como dos estrellas de mar copulando
en el futuro que ya no existe igual a estas palabras
fascinadas por suicidarse con las abejas
desde el precipicio del viento, volar,
volar en enjambres de semillas hacia otros rayos de miel
ya el reloj nos incendia los talones y el amor se ha quedado sin espuelas
sin bisagras sin filosofía sin ángeles para el coraje más,

la ventana seguirá abierta sobre nuestras cabezas
y mamá nos seguirá dejando el café aunque ya
no estemos juntos para endulzar su despedida
y subir al transporte llevándonos su mirada,
su escudo su soldado enamorado, qué va,
por suerte el vientre y las calles  donde juegan los niños sin peligro de muerte
ya están cifradas en mis venas y eso se llama Revolución. 

Parece imposible pero es simple sólo se trata
de ese momento ahora invisible una caricia inevitable
igual a un pájaro rompiéndose la garganta en una jaula de marfil, 
en tanto los hijos de los elefantes muertos arañan con rezos
las puerta del templo de piedra donde descanso: 

el orgasmo paciente escondido debajo de la lengua urgente.
El músculo salival gastando el cuero de las estrellas,
con el sólo objetivo de refugiarme en sus huesos,
alejarse de un amor cangrejo duro por fuera y blando por dentro 
que se empecina en arrancarle los ojos al caracol de la ternura 
y huir, distanciarme del amor actriz para el público de arena,
en este mar de ombligos de sal
donde estamos obligados a montar a caballo a contrapelo de los sueños
en paisajes de madrugada hasta desaparecer.

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