jueves, 13 de junio de 2019

Un temblor en las pestañas. Un estallido de pétalos.

¿Qué es un beso? ¿Un tren dentro de un libro? 
¿Un trébol en el ombligo? Es algo más simple.
Es el parto de un elefante en un cementerio un día domingo. 
Un farol en un nicho y el mundo, alrededor, indiferente. 
Un juguete rojo en Medio Oriente. La resistencia.
Un colibrí en cada oreja mi nariz en tu planeta.
La ficción de la inmortalidad, el sueño de un faraón.
Un ciclón por la nariz haciendo volar caballos.
y en el pecho, galopando, una bala de espuma.

¿Y entre las sombras? ¿Entre labio y labio?
Tu voz: el aliento de una flor cortada con los dientes.
Tu lengua: una granada de ternura: un gato en celo bajo la luna azul.
El silencio de irme por las ramas de tus manos
bajo esta lluvia de sol sin testigos
dentro de tu boca donde guardo mi infancia callada.
Como un espermatozoide en un óvulo incendiado
como una bruja desaforada.
Un ratón a cuerda un submarino a motor un tren eléctrico soy,
una multitud de perros destetados en procesión por tu garganta.
Y aquel tío loco en una foto gris
apartando los cachorros para chuparles las tetas a la madre perra soy,
la boca en tu teta salvaje sin dueño ni horario.

Quizá también un patio verde agitado en primavera, ropa blanca.
Nubes de plomo y el conurbano en el cielo matándome el bebé.
La enredadera en el rostro de la ventana en otoño deshojada soy,
un mapa de venas infartadas 
y del otro lado vos y yo agazapados en la eternidad. 
Bebiéndonos la sangre chupándonos hasta los huesos. 
Rascando las semillas. Lavándonos los surcos.
Aplaudiendo como los pájaros el atardecer con las alas.
Hablándonos al oído y a los poros estas palabras en la cama 
mientras flotamos en el futuro. Pulpos escribas pulpos ignorantes. 
Escarabajos escupiendo talco a los pies de Júpiter.
Despeinándonos las plumas con los dientes.
Tus dientes esqueletitos de pájaros. 
Tus dientes dráculas de pan, doncellas de leche
hundiéndose en mi cuello a la distancia,
latiendo a orillas de tus labios loco por morir estoy,
presente cuanto más desaparecido.

Y estos ojos de mi padre en la pared. 
Espejos en la espalda del sol.
Llamándome, siempre llamándome pero yo, 
criado con azúcar y puchero en las orejas
copulando con los locos y las locas huyendo siempre de las malvadas y malvados
vi a mi hermana comer tierra en busca de lombrices y mi hermano, caracoles, 
si mi madre siempre habló más con las plantas que con las personas.
Cantaba a coro con los malvones.
Porque las personas perdieron la raíz.
¿Qué se podía esperar de mí? Criado sin televisor en el comedor
A los seis un disco de Sting. A los siete uno de Queen. Claro.
Hoy mi hermano hace el amor con un violín.
Tiene grillos en la cabeza. Nada del otro mundo.
Mi primer coma alcohólico fue a los cinco años. Me lavaron el estómago.
Pero no pudieron lavarme la cabeza. ¿Qué voy a hacer?
¿Distraerme para no pensar? ¿matarme para no morir?
Loco sí. Cómodo jamás.  

Si apenas sabía caminar y ya andaba chupando uvas
cazando abejas a piedrazos buscando mirar las flores a los ojos.
Empalando tábanos con ramitas de pino. 
Crucificándolos. Crucificándome.
Y cuando aprendí a caminar fue para levantar faldas y alcanzar la fruta
y cuando escribí siempre fue pensando en tu orgasmo. 
En el tajo de luz entre tus piernas en medio de la noche.
En el temblor de la gota en la punta de tu rosada estalactita.
Chupándole la nariz al unicornio asomando de tu ostra.
Tu orgasmo estallando en mi cara como una estrella de pólvora.
Como un cardumen de mariposas marinas
guiadas por el rayo oculto dentro de tu ovario.
Una copa de vino una cereza un corazón.
Y ese reloj del insomnio vibrando en tu teta izquierda.
Reduciendo a polvo mis soldados de fuego.
Enfermos de humedad. Moqueando. Volviendo a tener fe.
Arañando las sábanas boca abajo queriendo escapar gateando apenas
nadando en la estratósfera enredándote en tu propio pelo.
Creo un perro de guerra no sería capaz de lamer tanto tu herida 
como yo siento ahora mi fusil en tu boca.

Cierta vez recuerdo haber despertado a mi madre en la noche
En un grito siglos atrás.
Fue buscándote aunque no te conociera. Aunque nunca te hubiera visto.
Gritando me voy a morir. Te vas a morir. Todos se van a morir.
Preguntándome dónde es que mueren los pájaros.
¿Alguien sabe dónde van a morir los pájaros?
Resucitando en el viento. Enamorándome de las novias de mi padre.
Y pensar que todo empezó con la pregunta ¿qué cojones es un beso?
¿Un bosque, un hipocampo? ¿El recuerdo de esta tarde en que no estás conmigo?
¿Una Revolución? ¿Un volcán? ¿Tener un hijo? 
Mejor una hija. ¿Lamerse? ¿Curar?¿Curar a todos los niños? ¿Sufrir? ¿Callarse? 

Esperar. Encontrarte. Volver a besarteamar aunque nos desarmen.
El destino ineluctable de Latinoamérica. Un toro de ceniza en el corazón.
Mi madre cantando en tetas con perlas en los pezones y yo corriendo detrás.
Los sapos huyen. Llegan a África.  
Viéndonos cómo vos y yo nos miramos, sueñan y hacen
(porque no hay otra forma de hacer), el amor con las jirafas.
Lo encontré. Es eso. Un beso es una jirafa y nosotros parados en la punta 
queriendo alcanzar una tercera teta luminosa para cocérnosla en la frente.
Morir y no enterarse. Eso es un beso. Que te pase un tren por arriba. 
 


lunes, 21 de agosto de 2017

Tu cuerpo es una mujer loca, un delfín dentro de una copa, 
un torrente de elefantes en celo hacia mi boca,
mil lobos al galope bajo una luna roja... 
eso es lo que tu cuerpo es cuando en tu boca soy 

un árbol estallando en cerezas y debajo, 
la preciosa fealdad de los sapos fornicando entre cometas,
un templo de plumas en el nido de tu oleaje,
un ángel de azúcar enredado en naranjales, 

tu cuerpo es mi cuerpo extraviado entre relojes 
un león agazapado en el follaje, en tanto yo, 
viril y triunfal como una teta afiebrada 
disperso por siempre en el viento incendiado de cenizas 

agazapado en el secreto de la semilla soñando con ser flor solitaria en Júpiter 
sincero y rebelde como un hombre que llora 
erguida como la verdad de la sangre y la indestructible infancia ante la guerra 
invencible como el grito de un bebé ante el rostro de una bomba

siempre más triste que un niño que asiste a la muerte de sus primeros zapatos 

aunque feliz por inconciente de la tierra nueva que se avecina en boca de otros pies
más gloriosa que una niña en la falda de su padre el día de su cumpleaños
encendido en la noche como el ojo de un dragón 


herido por el destino de las mariposas
humillada y rota como solo yo se fingir en madrugada 
qué puedo decir de tu cuerpo que es una boca sedienta de cielo y de pasto, 
si antes de tu llegada yo vivía más muerto que una oficina en Navidad 

dado a la tara y tarea burocrática de faltarle el respeto a la primavera soledad tras soledad
hasta que una tarde no sé con qué pretexto animal 

cómo cuerno de vaca ni lengua de toro 
fuiste luna de mi lobo y agua para mi elefante 

y el amor se convirtió en ese taller de abejas donde reparar los caballos de la noche.

Solo me atrevo a sentir que si de pronto me faltaras en este universo 
embarazado de rosas y de fantasmas 
digo que si definitivamente se te ocurriera saltar de mi mano 
descocerte de mi sombra o bajarte de mi árbol para abandonar mis zapatos

si dejáramos de aullar y de trotar uno dentro del otro entonces
la noche no sería más que una pedrada de peces 
quemando en la lengua sin el mar de tu espalda 
un horizonte sin ojos un cigarrillo bajo la lluvia

la noche sería un amanecer apuñalado en cualquier esquina 
desangrándose en pájaros y sábanas sin nadie que lo auxilie 
una campana sin iglesia ni domingos de madera 
un santo sin promesas, sin pan, la noche ¿cómo explicar?

La noche sería inexplicablemente dura 
tan dura como el olvido y mas negra que el llanto de las perlas y de las viudas 
la oscuridad sería más implacable que las agujas de la luna en los hospitales
mas húmeda que un perro en un funeral

sería una botella de vino sin un amigo para leer o un libro para conversar
un océano de dolor sin brújulas ni palabras 
la noche no sería más que el estallido fatal de tu cuerpo en estrellas
la noche no sería más.

viernes, 11 de agosto de 2017




Es sabido existen las calles de la sed, más allá de la sal de tu cuerpo galopando en madrugada. En la más sangrienta de esas callejuelas desoladas, en el tumultuoso silencio del anochecer habita el pozo de tu boca y en su orilla, conmovidos e insomnes se arrodillan los camellos. Hablo de un futuro de polvo y arena, de Aladino desintegrado por el estampido de una enfermedad de metal. Se trata de casas y mesas a la hora de la cena, de historias de amor entre hombres y mujeres que desaparecen. De los campos de amapolas en Afganistán para la heroína de Inglaterra, del áspero territorio de tu vientre por no mencionar a Siria... mejor hablemos de otra cosa. De tu sexo de mariposa en la entrepiernas de una primavera de uvas. Del buen vino español. De que siento mi amor encerrado en una piedra. Mi amor es un ciclón encerrado en una piedra. Un bebé que no encuentra palabras... hablemos mejor de las rosas. / Y no del salario que desaparece a la semana, ni si nos casamos con los chinos o nos enamoramos de los americanos para resolver la pobreza Full Contact. De los pseudosentimentales oportunistas publicando revoluciones de ideas que no defenderían, escribiendo recetas por internet sentados sobre su perra cara, o de los gritos pelados como cebollas que nos guardamos en el bolsillo bajo la luna ensangrentada de un no tan lejano medio oriente/ Si de nada sirve pensar en niños arrastrándose sin piernas hasta escuelas de ceniza con solo salir a dar una vuelta, comprar el periódico y doblar la esquina del mundo, o de jovencitas escondiéndose de soldados demenciados hasta los testículos por la firma del negrito bueno de Obama que tanta paz repartió por el mundo. Qué diría Jhon Lennon y Luther King si respiraran? De su puño oscuro son las garras y las guerras sobre Siria y el Líbano. Acaso se te olvida. O es que nadie es capaz de sentir lo que no sufre. Y antes de partir hizo un último intento por penetrar culturalmente a Cuba sin condón.Y tú y yo mordimos la zanahoria que nos puso en la cara sin que nos importara el garrote a Venezuela.
Y es que es tan lindo ser conejo. /

Sé que te arruga la nariz que yo escriba esto, pero nadie te obliga al espionaje. Sobran agazapados. Y frente a un amor ciego no inclino ante sus ojos. Me niego a distraerme para no pensar. Distraerse para no pensar equivale a matarse para no morir. Antes, me atrevo a escribir: además de un mar encerrado en una piedra mi amor es un tornado dentro de un árbol, un árbol dentro de un pájaro. Y tu cuerpo es una pluma caída del cielo que escribe sobre la tierra hoy, que es toda la vida, es más fácil desnudarse que soñar con un futuro. El futuro es de pólvora, de escasez de agua para nuestros hijos y nuestras semillas, de topadoras y de monos arrancándose los pelos en el Amazonas. 12 hectáreas desaparecen por minuto. El amor no es el futuro porque el amor es un árbol, el amor pasó de moda, y este verso como nosotros ya no existe. /
Viviremos de seguro en lo próximo o lejano. El horizonte siempre fue el poema, invisible uno lejos del otro. Y es que detrás de estas palabras en esqueleto habrá eternamente una luna roja desojándose sobre el desierto, quizá seas feliz, y creas que el amor es amarillo. Pero el amor es un país sediento de memoria. Y el amor se conmueve hasta las fronteras cuando un rio se revuelca bajo sus raíces peinando el fuego. Porque el amor es mi hermano que te conté. Tiene una selva de loros fornicadores en su enorme cabeza, y padece en el tronco del corazón los golpes de hacha en las piernas de los pájaros refugiados ahora en el almanido de su guitarra. /
Quizá seas feliz. O al menos eso se ve en las computadoras. Y creas que el amor es un príncipe que se salva solo. Pero mañana crecerá y será Rey y te gritará en público delante de todos “pero por qué no te callas?”, y creas que mañana inventarán una pantalla conque plancharnos las arrugas del tiempo… pero tampoco. / Crecimos sin darnos cuenta de que no hay nada más fácil que quitarse la ropa. Pero el cuero es otra costilla. O a lo mejor el tiempo no pasó, y vendrá desde atrás y nos despeinará en este psiquiátrico inundado de potenciales cocainómanos que es el facebook. / Yo tenía miedo al paso del tiempo hasta que te conocí... Y ahora que te conozco tengo pánico a ti. A nuestras tontas masacres mientras otros padecen verdaderas torturas. Si hasta la felicidad se ha vuelto por aquí un complejo. / O a lo mejor el tiempo no pasó. Como el deseo de quienes se le caen las babas porque Cuba sea devuelta a los Estadios Unidos. Pero eso ya ocurrió, y dejaron un 38 % de mortalidad maternoinfantil en tanto ahora es del 4. Un número tan enano como nuestro salario y el destino pequeño y verde que me ofreces entre las manos. Que en nada se parece al verde de las manos de cuatro dedos de Roque Dalton después de cortados por cojonudo poeta descarriado. Acaso se debe regalar la infancia para que la vuelvan a destrozar como un juguete, o convertirla en un consolador para la cartera de la dama y el caballero. Quizá seas feliz, como una virgen detrás de tus puertas, mármol adentro. Pero a un diablo no lo engañas. Encerrada en la pelota memoriosa sobre el césped fosforescente con papá y mamá, tan potentes como bombas que salpican el paisaje aunque cerremos los ojos, ya los símbolos han escrito su ley, y también los crucigramas. /

Hoy desperté, y de entre las pestañas me saqué un brazo. Era un brazo pequeño, como de muñeco. Amanecí solo y no estabas conmigo para desayunarlo juntos. Untar el pan para nuestros adentros y decir callados que suerte, no les tocó a nuestros niños. Por aquí las palabras y la mantequilla y por allá el dulce de las emociones. Por aquí la belleza y por allá la grandeza. / Y nos conmovimos si, lógico. Como si eso fuera suficiente. (Al menos para nosotros los derrotados está de moda doler, ni qué hablar de la nostalgia). En mi caso, para una sola cosa quisiera volver el tiempo atrás. Al instante eterno en que te vi pero no te conocía, y al momento en que Bush y Obama firmaron las invasiones. Para abrazar con piernas y brazos el bolígrafo y detener el decreto contra Venezuela por su millón y medio de viviendas. Es ya evidentemente posible levantar otro mundo desde abajo de la tierra. Porque digo petróleo y digo patria, y porque quien hoy tiene petróleo en su patria sabe bien lo que es parir. /Y dicen que el bolígrafo era una zanahoria. La que después Obama le puso a Cuba en la cara... y garrote para Venezuela. Y fue a lo de Pánfilo y mucha gente se rió. Porque calló lo que pensaba, pues eso también está de moda. Como la piel de la noche el color del pozo empetrolado de tus ojos, en el fondo a mí, no me engañas con pantallas. Yo te conozco. Gimiendo detrás de la sonrisa como un cielo por el parto del arcoíris. Y tú y yo sabemos, el futuro ya pasó y el pasado no existe. Perdón, alverre y al revés, el pasado ya pasó y el futuro no existe. /Y tú te empeñas en arrancarle los brazos a la ternura con manos de celular, juguemos al amor que el hoy es un tiempo indetenible. Como aquella vez en el teatro al borde del mar después del cine en que solo vos y yo sabemos. De orgasmos apurados en perdidas escaleras de ceniza. De desapariciones. Como mujeres violadas una y otra vez hasta la muerte en olvidados campos clandestinos. /Y vos y yo pastando en el paraíso de la estupidez, rumiando viejas semillas. Leyéndonos los ombligos sin comprender el nacimiento… pero qué va, mejor volvamos a la tibia y cómoda primavera entre tus piernas que ya mis camellos se inclinan frente al pozo de otra boca. Una boca que por mero capricho del destino no nació en Siria o en Libia. Porque si hubieras nacido allí en lugar de desear que Obama venga hubiéramos rezado porque se vaya. De todas formas, algo es seguro. Y es que yo hubiera cruzado púas y alambres para llegar a la frontera de Alemania o España solo para darte un poema escrito en el cuero de un bebé antes de subirlo a una barcaza sin destino, digamos desarraigo. Acaso puedes soñarlo? Besándonos las manos y los ojos bajo la luna polvorienta de una frontera en Marruecos? Mejor quedémonos aquí sentados. Yo en mi silencio y tú en tu belleza contando los Me gusta, haciéndome caricias con guantes de boxeo. Y es que todo venía bien hasta que leíste esta idea llamada sentimiento que es un modo más poético de decir ideología. Ideología: Acertada conciencia. Perro feliz con plumas en los huesos que huye despavorido del posmodernismo con sus motores. También bebé foca extraviado en un papel en blanco hasta que viene el ser humano y le destroza el cráneo de un dulce garrotazo / Y hablando de zanahorias (pero no de nuestras caricias con pata de conejo en madrugada hasta que se nos gastaron las cuevas), para qué, me pregunto ahora, leímos tantos poemas desnudos de Luis Rogelio Nogueras en el precipicio de las lágrimas? Su cabeza no se escondía entre dos piernas para gritar hacia adentro palabras al útero con los labios en el cuello. O sí, pero no solo eso. Él siempre dijo la infancia es política solo que no habla. Y la ternura es ideológica se define en la lucha. Pero tú y yo nos jodimos porque donde decía lucha leímos ducha. Y a tu cuerpo se le mojó la pólvora y ya no es una granada arrojada a la noche para estallar como una estrella. Y tu espalda ya no será caballo de nuestra guerra cotidiana/
Ayer vi un loco escribiendo a mano desnuda en la pizarra del cielo, con sangre de bebé foca: Sobran hombres y mujeres bonitas, se buscan personas. Y es que de verdad no existe nada más peligroso que un loco que escribe frente a una pared que es esta hoja en blanco. Tan blanco como el alma de la mamá del bebé foca quien suscribe: una sola cosa me enseñó el amor en boca de mis padres: es preferible pasar por loco a vivir agazapado. Desvergüenza y pasión, son dos alas de un mismo cañón hechos con carne de bembé. /
Acaso puedas negarlo para tu paz, que se come las uñas en los rincones hasta perder los pellejos junto con las caricias. Pero los espejos son así de mentirosos y sangrientos. Zanahoria para mi Cuba, y garrote en mi Venezuela. / Pero no nos vayamos por los huesos, por el polvo bajo la luna. Que si Roque y Luis vivieran estarían de nuestro lado. Debatiendo con las lombrices sobre el gusto de la tierra. Y no me refiero a este lado de la tierra donde hablan las flores hasta por las venas, los socialistas y humanistas de verdad, aquellos que vivimos al costado del verbo, somos felices también con las raíces pero sobre todo hasta las raíces. Jamás aprenderemos a callarnos el sol que nos entra por la cabeza y somos tan pero tan descarados, que eyaculamos en público la leche de mamá en la espalda de la luna o en la garganta de una fruta, somos capaces de engendrar perlas masturbándonos con caracoles. / Y tenemos nuestro Silvio, inmortal y planetario después de mil canciones. La política y el amor son coherentes en su estrategia. Los fríos pacifistas hablarán en cambio de buenos y de malos. / Ya acabo.
Y ahora que la cerveza está incomprable e incomparablemente más fría que nuestras almas en las tiendas del Di tú, dime algo, es tan azul el mar en madrugada? Voy pa ti, nunca lo olvides: Mi corazón es una isla de columnas que se pierden en el cielo como piernas de mujer, y guardo aún bajo los párpados de mis orejas el grito del horizonte. / Lamentablemente soy un americano de cara al sol con la memoria de un Perú, bajo una nueva luna ensangrentada, bajo la arena y el polvo de Siria, te observo niña en los campos de amapola, descuartizada y hermosa. Triste heroína del ayer.

domingo, 6 de agosto de 2017

Un mar en el ascensor

Lo habría evitado con demorarme un minuto más en la biblioteca, uno de los pocos lugares de la ciudad donde se puede encontrar frescura y soledad. Pero ahora yo estaba ahí, a la espera del transporte cuando la mujer me clavó los ojos unos metros antes de llegar. Venía con el hombre de la mano, arrastrándolo como a un chico.

Disculpe, me tengo que ir al trabajo, es mi papá y es ciego, tiene que subirse al colectivo Sur 13 ¿usted me haría el favor de subirlo? Gracias, acá está el bastón.

Sin darme tiempo a reaccionar, la mujer se perdió entre la multitud. Miré al hombre encorvado, de gafas oscuras, peinado con fijador. Llevaba puesto un sobretodo negro hasta los pies y un rosario al cuello.

–Para esto uno trae hijos al mundo– murmuró con el rostro hacia el piso. –Mi nombre es Sebastián, soy escritor.
–César, mucho gusto. ¿A dónde va?

El ciego no contestó. Además de ciego parecía sordo.

–¿Me permite contarle una historia en lo que se demora el transporte? Sin prólogos– dijo.
–Lo escucho– respondí sin despegar la vista de la esquina, por donde debía asomarse el autobús de un momento a otro.
–Mire, la historia es así. Yo oía a mi vecina cantar por las mañanas y gemir por las noches. Cuando su esposo se iba ella empezaba a cantar y cuando llegaba, comenzaba a gemir. Yo vivo solo en el piso ocho hace treinta años, y nunca tuve tantas ganas de saber a quién pertenecían esos gritos. La voz es el contorno de las personas, forma parte de sus orillas. He evitado asociaciones por temor a caer en la falsedad. Usted sabrá, de conjeturas están hechos los sueños y de esperanzas el futuro.
Por el sonido de sus tacos en los azulejos del baño yo interpretaba el momento en que se sentaba en la taza del inodoro, imagínese que soy capaz de escuchar la rotación del eje donde se coloca el papel sanitario. Entonces yo le hacía el café mientras ella terminaba sus cosas en el baño pero a veces se demoraba, la leche se enfriaba y yo terminaba desayunando solo. Incluso eso soportaba, desayunar solo.

No entiendo– lo interrumpí–. ¿Desayunaban juntos?
–No, no. Yo armaba toda esa escena, era como un juego para mí, eso de teatralizar el desayuno. Después yo salía al pasillo, subía la escalera hasta el último piso y me encerraba en el ascensor. Y me quedaba ahí, a la espera de que ella saliera de su casa y presionara el botón del elevador. Se demoraba unos minutos, pero una vez juntos, yo empezaba a respirar lo ocurrido debajo de su pollera, su olor a marisco bordado de algas y vegetales. Algunos vecinos se fastidiaban porque subían y yo estaba ahí, cuadruplicado frente al espejo. Pero los más simpáticos me saludaban, ¿cómo anda el cieguito paseador? Ya puede ir trayendo la camita, bromeaban.
Ella subía al elevador en el piso nueve, pero era entre el seis y el siete que se levantaba una lluvia de escamas.

–¡No bromee! – lo interrumpí otra vez.
–Por mi madre– dijo el ciego llevándose a la boca el rosario que tenía colgado–. Imaginaba los peces entre sus piernas, atrapados en su red de tela blanca. Incluso ahora mientras se lo cuento, crece dentro mío una ola de ansiedad. ¿Me sigue?

–Por supuesto– respondí ansioso mientras encendía un cigarrillo.

Pasarla a buscar en el ascensor significaba salir a pasear en un baquiestafo, nuestra nave espacial marina que nos saca del mundo que nos rodea. Al principio, los gemidos eran la brújula hacia los mares del insomnio y yo escribía sin problemas. Usted sabe que los escritores somos vampiros y chupamos palabras de la noche. Su marido es un marinero jubilado y raras veces se ausentaba de la casa, salvo por las noches cuando bajaba para tirar la basura. Yo he llegado incluso, a revisarles la bolsa de basura. Perdí la vista de niño, pero guardo las voces que acompañaron mis primeras imágenes. Con ese material no es necesario más, el resto es intuición de la realidad que yo convierto en fantasía. Para un ciego, todas las mujeres son hermosas porque… bueno, porque las mujeres siempre son lo que deben ser. Pero ella convirtió mi casa en una isla desierta, y llegó un momento en que necesité verla, descifrarla con los dedos. Entré un sábado por la noche a su casa. No había parado de cantar en toda la tarde. Su voz tenía el brillo de las mujeres cuando se alejan de los hombres. De hecho, su marido se encontraba de viaje. Decidí no llevar el bastón porque todos los departamentos son iguales, y creí que podría orientarme con facilidad.
Más silencioso que una sombra atravesé el comedor y entré en la sala, pero hice unos pasos y caí dentro de una piscina. Dentro del agua, sentí su mano y luego en mis labios, sus labios. La abracé debajo de la cintura, a la altura de las nalgas, y comprobé lo que sospechaba. Su cuerpo, en lugar de piernas, continuaba en una resbaladiza cola larga. Estuvo dándome aire boca a boca hasta que se aburrió, así son las sirenas. Luego me sacó a la superficie. Ella y su marido decidieron mudarse a los dos días.


El ciego detuvo el relato.

–Usted sabrá disculparme, ¿me haría el favor de preguntarle a la señora que tiene al lado si este colectivo es el que espero?

En efecto, un autobús se había detenido delante de nosotros y a mí, que veía, se me había pasado. Estiró el bastón para tantear el transporte. Observé el cartel, era el Sur 13. Su intuición volvía evidente lo real. Pensé en mentirle para escuchar más. ¿Qué había sido de aquella mujer?, pero temí ser descubierto en mis intenciones. Lo ayudé a subir y me quedé parado ahí, los hombres siempre reaccionamos tarde, y al ver que el autobús se alejaba, corrí detrás.

lunes, 29 de mayo de 2017

Creí saber de qué se trataba la noche hasta que su cuerpo estalló
desapareciendo por siempre detrás de la estrella del olvido.
Los ángeles se desvanecieron en cristales de silencio,
nuestro cordero falleció en el planeta rojo
y una procesión de dinosaurios murió de sed en los labios de la tarde, 
no existe arte capaz de expresar semejante dolor

ahora sólo queda sentarse a llover hasta que el cielo se haya secado,
pararse y gritar hasta despeinar los árboles de fuego brotados en cada poro de la tierra
(y si es posible apagarlos mejor),
juntar trozos de cachorros perdidos,
tejer esquinas donde la tristeza se muera de la risa,
abrir la mano soltar el pájaro azul pero eso sí:
guardarse siempre unos pétalos antes de que las últimas plumas 

terminen por convertirse en espinas ( y se claven en la sangre las desilusiones pues)
((los lobos sedientos de luna tenemos inclinación
a confundir el rio con el mar)) 

y quien se va jamás observa los caballos con los mismos ojos de quien que se queda 
por eso es necesario recoger las flores sembradas sobre las piedras y correr,
correr en dirección al rio desnudo con un pez urgente en el bolsillo 
guardarse en el corazón a los amigos antes de alistarse en la embajada de Venezuela
y es que Afganistán no será retratada en el televisor
a pesar de haberse convertido en una dulce tierra de sangre y amapolas para la heroína,
el diablo gobierna con excelentes salarios y el sol, el sol se acerca a nuestras cabezas 

hasta desaparecer y los grillos, los grillos no pueden evitarlo en este tiempo
en que los violines del amor ya mudaron en fusiles 

y las cruces se invierten conviertiéndose en espadas y tú, 
le prestas tu manito porque piensas que sufrir,
sufrir no es más que una palabra con el color del frío,
un odio de metal corta nuestro ombligo a la tierra
de Luis Rogelio Nogueras
ahora que nuestros conejos desnudos se han quitado las máscaras
y degüellan su Cabeza de Zanahoria, y parten al medio el corazón de remolacha
de nuestro inolvidable Roque Dalton y los pies de frutilla de Pablo Neruda 
por siempre publicado pero más nunca sentidos porque lo que es sentir, 

lo que es sentir con las orejas las babas las lágrimas hasta que se te nuble la vista, esa,
esa es tarea de los hipocampos bajo el agua o de los gatos en el aire 
o de los perros fornicando en la noche patas para arriba
bautizados con el instinto sin más lógica que la del instante 

ancho largo infinito como el beso que te robé,
sin la tarea de inventar conceptos vacíos universitarios o poder decir te amo (vaya poder)
y de nuestras manos, ah de nuestras manos

silenciosas en la noche húmeda,
como un solo molusco bajo la luna
como dos estrellas de mar copulando
en el futuro que ya no existe igual a estas palabras
fascinadas por suicidarse con las abejas
desde el precipicio del viento, volar,
volar en enjambres de semillas hacia otros rayos de miel
ya el reloj nos incendia los talones y el amor se ha quedado sin espuelas
sin bisagras sin filosofía sin ángeles para el coraje más,

la ventana seguirá abierta sobre nuestras cabezas
y mamá nos seguirá dejando el café aunque ya
no estemos juntos para endulzar su despedida
y subir al transporte llevándonos su mirada,
su escudo su soldado enamorado, qué va,
por suerte el vientre y las calles  donde juegan los niños sin peligro de muerte
ya están cifradas en mis venas y eso se llama Revolución. 

Parece imposible pero es simple sólo se trata
de ese momento ahora invisible una caricia inevitable
igual a un pájaro rompiéndose la garganta en una jaula de marfil, 
en tanto los hijos de los elefantes muertos arañan con rezos
las puerta del templo de piedra donde descanso: 

el orgasmo paciente escondido debajo de la lengua urgente.
El músculo salival gastando el cuero de las estrellas,
con el sólo objetivo de refugiarme en sus huesos,
alejarse de un amor cangrejo duro por fuera y blando por dentro 
que se empecina en arrancarle los ojos al caracol de la ternura 
y huir, distanciarme del amor actriz para el público de arena,
en este mar de ombligos de sal
donde estamos obligados a montar a caballo a contrapelo de los sueños
en paisajes de madrugada hasta desaparecer.